Por mucha que sea la cantidad de ganas que tengo de salir de aquí, de esta cúpula que me impide ser libre y escaparme, de reventar, de huir... No cambia nada. Parece que todo se hace más difícil. O alomejor se trata de una regla de tres por la que al multiplicarse las ganas, se multiplican las catastrofes y se dividen los buenos momentos. Llevo aguantando así un cierto tiempo, una cierta prolongación de segundos eternos que se transforman en minutos y horas a la velocidad que una tortuga sube el Everest. Jodida tortuga... podría ir en patines solo para hacerme a mi un favor! Aunque sería ya mucha suerte que un anfibio se calzase unos patines para causarme algún tipo de felicidad.
No voy a echar culpas encima de cabezas, de inocentes cuerpos que soportan como pueden la fuerza de la gravedad... Pero también sé que mi intención nunca fue mala... Quizás pensé demasiado en mi misma, pero me parecía que no pedía mucho... Y me lo sigue pareciendo. Pero aún encima de estos percances, y a base de coger mi orgullo y mi buena voluntad, quisiera pedirle perdón a todo aquel al que le causase algún tipo de molestia o le supusiese un obstáculo en alguno de sus complicados y complejos caminos de adultos.
Soy demasiado cobarde como para acabar con esto cortando por lo sano... Pero en el caso de que me armase de valor y lo hiciera, también estaría dañando almas. Y aunque sea muy friki decirlo: es el mismo error que cometió Edward Cullen en el libro de Luna Nueva (Y yo lloré mucho a costa de ese error).
Bueno... a sabiendas de la inutilidad de este blog para el resto de la sociedad, quiero que sepa el lector, que tiene demasiado tiempo libre para dedicarse a leer esto, pero que aún así: muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario